Maxi Felice, Concejal GEN de Chacabuco hace mención al fracaso del Frente Amplio UNEN y crítico con el radicalismo, expresa: “No acompañamos a los hijos del menemato”.
POR EDUARDO N. CARBONI (Diario De Hoy Chacabuco)
-UNEN se planteó como una seria alternativa para las elecciones de 2015, pero de pronto todo se desmoronó, ¿qué fue lo que pasó?
–Como GEN, lo que acompañábamos era la candidatura del socialista Hermes Binner. Luego de las elecciones se intentó el armado de UNEN, que era un espacio que había obtenido buenos resultados electorales en la Capital Federal y un poco unificaba a aquellos partidos de pensamientos similares. En eso se intentó generar una alternativa a nivel nacional. Lamentablemente fue una frustración, por dos causas principales. Una, que se puede ver como una debilidad pero a la vez como fortaleza, es el haber tenido cinco candidatos cuando los demás partidos, tanto el Frente Renovador con (Sergio) Massa, como el Pro con (Mauricio) Macri se instalaban detrás del verticalismo de una sola figura. Digo debilidad porque desdibujaba el posicionamiento ante la sociedad, y a la vez hablo de fortaleza porque para quienes defendemos la democracia es sano que haya debate en cuanto a lugares, siempre y cuando sea bajo un mismo proyecto. En segundo lugar, empezó a haber desgastes desde adentro del propio Frente UNEN, en un principio con Elisa Carrió, que empezó a plantear acuerdos con el Pro, y luego algunos sectores de la UCR, que fueron los que terminaron ganando y tomando la decisión en la Convención Nacional de hacer un acuerdo con el Pro. Esto se fue desdibujando de tal manera que terminó explotando el Frente. Ante esta situación, Binner entendió que debía dar un paso al costado y dar la posibilidad a Margarita Stolbizer de ser quien represente a este espacio que será el reflejo de lo que fue, en 2011, el Frente Amplio Progresista, y que colocó a Binner en segundo lugar en las elecciones presidenciales. Con una gran diferencia detrás de Cristina Fernández, quien resultó ser Presidente, pero se ubicó en el segundo lugar.
–La decisión de acordar con el Pro, tomada en su Convención Nacional, ¿significa un giro a la derecha de la UCR?
–Significa un negocio electoral, en primera instancia. Es netamente un negocio electoral, en el cual se ponen en juego muchos valores, entre ellos, dejar de lado la idea socialdemócrata que el radicalismo tuvo toda la vida, y priorizar un acuerdo electoral. Es un negocio electoral en el que ya se empiezan a ver las primeras fisuras y el mal paso que se ha dado. Días atrás se hablaba de cogobernar los destinos de nuestro país, en caso de acceder al poder, lo que fue desmentido por el propio Macri, que deja muy mal parada a la UCR, sobre todo porque hubo un acuerdo en el cual el Pro no resigna nada. Cuando se realizan acuerdos, uno tiene que sentar posiciones pero ceder para que los consensos puedan ser tales. Nosotros insistimos en no acompañar a ninguno de los hijos del menemato: (Daniel) Scioli, Macri o Massa. Hay cuestiones estructurales que nos diferencian, temas que han sido debatidos y discutidos, que han llevado a posiciones distintas. Podemos hablar del caso de la estatización de YPF, de la estatización de las AFJP y un montón de leyes más, las cuales han sido votadas con un criterio totalmente distinto entre el Pro y la UCR. En ese marco, hay una diferencia entre lo que representan el radicalismo y el Pro. Soy totalmente respetuoso de las posiciones que pueda tener el Pro, no estoy hablando mal de sus dirigentes locales, provinciales y nacionales, lo que sí creo es que hay un proyecto de país distinto, en el que muchos de los que hemos sido parte del radicalismo, y hoy pertenecemos a otros partidos, y en la base del radicalismo, los afiliados y quienes siempre han acompañado a la UCR, siempre se ha querido un partido que represente a los desposeídos y no a las corporaciones. Eso es fundamental y da cosa ver hoy que la UCR esté contribuyendo a reinstalar lo que fue la política del menemismo, porque el Pro va a terminar en eso. Son negocios electorales porque cuando se tiene que a marcar diferencias entre el Pro y la UCR se las puede asimilar con las diferencias entre (Carlos) Menem y (Raúl) Alfonsín. Nada tenía que ver uno con el otro en su proyecto de país, a la vista ha quedado. Estas cuestiones se van a ir viendo acentuadas a medida de que pase el tiempo. Las cuestiones que podrían haber sido planteadas no como un acuerdo electoral, sino como la idea de llegar al poder y gobernar en forma conjunta, ya fueron desmentidas por el propio Macri. Hoy, sobre todo el sector de (Ernesto) Sanz, que fue el que más acompañó esta postura, se encuentra en un callejón sin salida porque ven que su candidatura no pesa, porque ven que van a terminar cediendo y poniendo a toda la estructura de la UCR a disposición de un candidato a presidente que no es de su partido, sino que es Macri.
–Hiciste mención varias veces a negocio electoral. Este acuerdo entre el Pro y la UCR, ¿qué similitudes y qué diferencias tendría con la Alianza de 1999?
–La Alianza en 1999 fue un acuerdo electoral pero más trabajado. El acuerdo venía ya desde las elecciones legislativas de 1997. Se trabajó durante dos años en generar un programa de gobierno.
–¿La Alianza tuvo programa de gobierno?
–La Alianza tenía plataforma, pero no se cumplió. Lo primero que le cuestionaría a (Fernando) De la Rúa, y a la Alianza en general -todos tenemos que hacernos cargo-, es haber llegado al Gobierno con la expectativa de generar un cambio y no haber sido capaz de hacerlo. Muy por el contrario, acentuó políticas liberales del menemismo, sobre todo introduciendo como salvadores a quienes habían generado el problema, como el caso de Domingo Felipe Cavallo. Fue una mala experiencia.. Nosotros tenemos vocación frentista, creemos en los frentes, pero basados en proyectos, no solamente en un acuerdo electoral porque no da resultados. A la vista tenemos, más allá de lo que fue la Alianza en su momento, se intentaron ensayos de laboratorio en los que se recurrió a llevar a (Roberto) Lavagna como candidato a Presidente, se recurrió a un acuerdo entre (Ricardo) Alfonsín y (Francisco) De Narváez, y hoy se recurre nuevamente a una estrategia netamente electoral por sobre los proyectos que deben unir a los partidos. Es un error; ya sucedió. Lo planteamos con el acuerdo Alfonsín-De Narváez, la gente lo vio y terminó acompañando al FAP. Recordemos que esa fórmula salió tercera en las elecciones nacionales y segundo fue Binner con el FAP. La gente avizora estas cosas. Para nosotros, ha sido una desilusión; buscábamos conformar un espacio en conjunto, tenemos muchísimo en común con la UCR, con el socialismo y con otras fuerzas similares. De hecho, esto se mostraba en el plano local; habíamos avanzado en algunas conversaciones, en las que los bloques de concejales, más allá de mantener cada uno su identidad partidaria, trabajaban en conjunto en distintos temas. Hoy la situación se da así, obligados o no por las decisiones que se toman desde arriba. Creo que a veces hay que ser un poquito intransigente con las cuestiones orgánicas de los partidos. Si los históricos dirigentes radicales hubiesen estado en la situación cómoda de seguir el mandato de algunos, no hubiese sido el gran partido radical como fue. Esto se debió a que tuvo sus diferencias internas, cosa que les pasa a los partidos tradicionales, a los históricos partidos políticos de nuestro país, en cuyo seno continuamente se debate si son de derecha o izquierda, centroizquierda o centroderecha, y gana una postura u otra. Esto no es exclusividad del radicalismo, ocurre también en el PJ: sin entrar en qué piensa cada uno sobre si es así o no, pasamos del relato peronista del menemismo al relato peronista del kirchnerismo; un relato de derecha y otro de centroizquierda. Insisto, son relatos; no quiero discutir a fondo si lo son o no.
–¿Por qué los candidatos que tienen mayores posibilidades de ganar las elecciones de octubre representan opciones de derecha y centroderecha, y la izquierda y centroizquierda no son tomadas como alternativas de poder para la generalidad de los argentinos?
–A la gente le interesa poco esta discusión ideológica de fondo, pero les roza un poco también el decir “se nos ha vendido un relato de centroizquierda que en realidad no lo era” y ve que no se le han solucionado sus problemas. Un poco le dispara a eso y hoy ve como alternativa a todo lo que pueda significar el arco de centroderecha. Se puede estar en el centro, pero hay definiciones más claras que ser de centroizquierda o centroderecha, y es ser socialdemócrata, ser progresista, buscar un lineamiento de hacia dónde queremos ir. Por sobre todas las cosas, de las que no habla ninguno de los tres candidatos que hoy tienen marketing político, están las cuestiones éticas y morales que hay que afrontar en nuestro país. Días atrás nos visitó Margarita Stolbizer para acompañar el lanzamiento de mi candidatura a Intendente por el GEN, y decía que hay que generar un cambio cultural en cuanto a qué tipo de sociedad queremos. Los políticos no somos una cosa abstracta salida de la nada, sino que somos un emergente de la sociedad, de los valores y las miserias de la propia sociedad. Lamentablemente, hoy se busca el camino de una alternativa distinta a lo que se vendió desde un relato y que, en realidad, no fue puesto en práctica en los hechos.