Vaca muerta tiene que ser un capítulo de una estrategia de desarrollo. No puede repetirse la misma actitud gubernativa con lo que fue la época de oro de la producción agrícola en los últimos sesenta años.
Por Leandro Crespi para La Razón de Chivilcoy
Todos fuimos testigos que ante precios internacionales excepcionales el gobierno nacional no sólo se adueñó da la renta agropecuaria sino que malgastó más de 100 mil millones de dólares. Hoy esa renta sojera es negativa en algunas zonas. Y los productores argentinos sean grandes, medianos o pequeños no han logrado que las autoridades nacionales apliquen cargas impositivas menores ante una diferente realidad.
Tampoco hubo inversión en caminos, puertos ni obras de infraestructura en consonancia con las divisas logradas. Un ejemplo cercano fue la última reunión de nuestro Concejo Deliberante donde la oposición en pleno reclamó que el fondo sojero se utilice en la mejora de caminos rurales y el oficialismo kirchnerista hizo oídos sordos desconociendo la realidad.
El gobierno nacional sostiene retenciones exageradas para los productores rurales pero veamos qué diferente trata a los grandes popes del petróleo: Por resolución 803 del Ministerio de Economía estableció que cuando el precio internacional del petróleo sea menor a los 80 dólares por barril la retención a las exportaciones será del 13%. Si el valor fuese por debajo de 75 dólares el derecho de exportación será del 11,50% y si es por debajo de 70 dólares el pago será de un 10%. En los considerandos el gobierno expresa que en el contexto internacional del mercado de hidrocarburos se ha generado un alto grado de variación de los precios del petróleo y sus derivados. Y que resulta necesario garantizar los niveles de rentabilidad del sector. ¿Qué dirían tantos productores agropecuarios ante este reconocimiento que se hace, a las empresas del sector energético, que ellos no tienen para su producción con precios internacionales en baja?
Dos mendigos frente al Vaticano pedían limosna, uno tenía una cruz, el otro la estrella de David. La gente indefectiblemente dejaba su ayuda al de la cruz. Al observar esta situación un obispo se detiene y dirigiéndose al que tenía la estrella le dice: ¨Hermano a quien se le ocurre venir a la Plaza de San Pedro a pedir limosna con la estrella de David y justo al lado de un semejante que tiene la cruz¨.
A lo que el hombre contestó: “Mira si nos van a enseñar marketing a los hermanos Goldstein”.