LA JUSTICIA COMO MARCA DE ÉPOCA

Por MARGARITA STOLBIZER (Clarín 25/05/2013)

LA JUSTICIA COMO MARCA DE ÉPOCA

El kirchner-cristinismo se apresta para fastuosos festejos de la década ganada. Ganada por los funcionarios que aumentaron de manera notable sus patrimonios; mientras que el resto de los ciudadanos tiene menos seguridad, menos certezas, menos ingresos, una educación y una salud de peor calidad, pocas posibilidades de ahorro para adquirir una vivienda, y viajan muy mal.

El 2003 tuvo la impronta del entonces Presidente que sembró la ilusión de una nueva Argentina.

Veníamos de la mayoría automática en la Corte, capaz de dar convalidación a todas las tropelías de aquellos tiempos. Y la sola decisión de auto limitar las atribuciones presidenciales para la designación de nuevos miembros, el establecimiento de un reglamento despertaron esa ilusión.

Que se iría desvaneciendo con las primeras sospechas, contradicciones, incumplimientos. Y con los primeros avances sobre la Justicia.

El papel de la Justicia ha sido clave en estos años. No en vano Néstor exhibía en su historial político, la concentración del poder y la domesticación de ese Poder en Santa Cruz. Los jueces (y fiscales) que antes figuraban en la servilleta se acomodaban a las novedades tecnológicas, pero el sistema de funcionalidad y complicidad no había variado.

Resonantes denuncias de corrupción parecían correr por la vía muerta de una justicia paralizada frente al poder absoluto.

Como algo natural, el acceso a los derechos individuales y colectivos se fue tornando cada vez más complejo para una sociedad que comienza a reclamar, por supuesto, por Justicia.

Allí se fueron enrolando las Madres del Dolor, las de las víctimas de la violencia, de la represión policial, de la droga, del delito, de la trata, de la inseguridad vial, entre otras.

También el reclamo de justicia es el que levantan todos los trabajadores para impedir la pérdida del valor de su salario por el efecto de una negada y creciente inflación. El reclamo de justicia pasó a ser un canto de una sociedad que recién sobre el final de esta década ganada, comienza a advertir los resultados de la concentración, la discrecionalidad y la falta de controles.

La década termina ahora, pero el período de gobierno concluirá dentro de dos. Y entonces la reforma judicial comienza a ser más necesaria para ordenar (hacia adentro y hacia afuera) y cumplir los objetivos del salvataje: a) preservar la capacidad disciplinadora que les ha dado el manejo del poder y del dinero; b) neutralizar la protesta y el reclamo, incluso a través de su represión o criminalización; c) asegurar la impunidad en los más altos niveles. Para que el fin de la década no se les lleve tanto capital acumulado.

La reforma judicial impulsada por la Presidenta CFK es la contracara de aquella ilusión al amanecer del gobierno de su esposo. No hay una sola medida dirigida a resolver los problemas reales de la justicia para dar respuesta a las demandas sociales por mayor accesibilidad, eficacia, agilidad, transparencia y credibilidad. Solo importa el Poder.

Siempre vale la pena una buena fiesta. Sobre todo, de despedida.

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