STOLBIZER VISITÓ LUJÁN Y HABLÓ DE CORRUPCIÓN

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La diputada nacional Margarita Stolbizer presentó en Luján su libro “Yo acuso”. El acto tuvo lugar en la Biblioteca Ameghino y contó con la presencia del ex intendente Rubén Darío Rampazzi, la diputada mandato cumplido María Inés Fernández, funcionarios del Ejecutivo local, representantes de distintas organizaciones políticas y sociales, y vecinos en general.

Juan Carlos Juárez, Secretario General del GEN y actual director del IPS, fue el encargado de dar la bienvenida a los presentes y señaló que “es un honor que Margarita esté hoy aquí presentando su libro, que tiene que ver con su actividad legislativa pero también con su posición frente a lo que nos ha ocurrido a los argentinos”. “Nos convoca a que cada uno de nosotros reflexionemos sobre nuestras responsabilidades como ciudadanos. La responsabilidad de los cargos es efímera, pero la otra es permanente”, completó.

Stolbizer comenzó destacando “la participación tan diversa y plural que veo acá, porque es un signo esperanzador de la Argentina. Creo que estamos en un nuevo tiempo y que hemos reaccionado, tal vez porque hemos tocado fondo, y esto nos sirve para reaccionar. La sociedad demuestra capacidad de indignación y eso es esperanzador”. “La Argentina podrá recuperar su dignidad y una visión de futuro que nos permita honrar los buenos ejemplos históricos si somos capaces de hacernos cargo del presente para empezar a dar vuelta esta página tan triste de la corrupción”, agregó.

La ex candidata a presidente indicó que “todavía enfrentamos expresiones sectarias, como el cartel que me pegaron en la puerta que dice “Fuerza Cristina”, pero yo creo que cada vez son expresiones menores y ese sectarismo de no tolerar que uno piense distinto es justamente una de las cosas que tenemos que superar. Lo importante es aportar desde perspectivas diferentes a la construcción de una nueva Argentina, como las viejas generaciones que hicieron grande a nuestra Patria, con la idea de formar parte de un proyecto colectivo y un destino común”.

“El neoliberalismo nos ha dejado como herencia esa idea del individualismo y el sálvese quien pueda, y tenemos que encontrar el sentido comunitario, cooperativo y colectivo para salir de esa cosa de que gana uno aplastando al otro. El libro intenta ser una convocatoria a reflexionar sobre lo que nos pasó para evitar que nos vuelva a pasar. Como sociedad necesitamos amargarnos un poco, porque cuando uno observa los niveles de corrupción tan obscenos tenemos que preguntarnos por qué ha ocurrido y si de algún modo no ha habido una convalidación social que permitió esos niveles de corrupción. Nos tenemos que hacer responsables porque hemos mirado para otro lado por tener el bolsillo tranquilo, por miedo y por complicidades”, amplió.

En este sentido, afirmó que “la lucha contra la corrupción no es solamente hacia atrás, sino también hacia adelante. Por eso tenemos que discutir cuáles son las reglas e instituciones que pueden evitar que esto se repita”.

Luego analizó lo que consideró la “primera hipótesis del libro”. “El saqueo y el aprovechamiento que se ha hecho de funciones públicas fue por detrás de una gran pantalla o “relato”. Robaron mintiendo, diciendo que defendían un proyecto nacional y popular. Gobernaron con las mejores condiciones económicas de los últimos doscientos años y se fueron con los bolsillos llenos y 12 millones de personas en la pobreza”, manifestó.

“Hay que ver los costos sociales y humanos que la corrupción tuvo. No hay que mirarla solo como un hecho moral. Hay que mirarlos con los ojos de los familiares de la Tragedia de Once. Un caso donde la Justicia actuó rápidamente y produjo un fallo que describe que la Tragedia terminó siendo un hecho inexorable como consecuencia de esa maraña de relaciones mafiosas entre funcionarios, empresarios y sindicalistas, que en lugar de poner la plata que iba destinada al mantenimiento de los trenes se la llevaban ellos. El libro busca conmover sobre el costo social y humano de la corrupción”, añadió.

Sobre la “segunda hipótesis”, expresó que “para poder llevar esto adelante solamente podía hacerse desde un modelo autoritario desde lo político. No es casual que no hubiera reuniones de Gabinete ni que no hubiera ámbitos de deliberación”. “Una concepción tan centralizada y verticalista hizo posible el saqueo. También el valor que el dinero tuvo durante todo este tiempo para convencer, para cooptar, para disciplinar y perseguir, la vieja historia del premio y el castigo. El que formaba parte de la corte de aduladores recibía y el que no lo castigaban. El día que se enojaban con el intendente, pagaban los vecinos que se quedaban sin obras. De ahí la falta de una Ley de Coparticipación Federal y la discrecionalidad en el reparto del dinero. Eso hizo que el criterio por el que se elegían las obras públicas no eran las necesidades sino el amiguismo, el clientelismo institucional y la posibilidad de la coima”, subrayó.

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