Una semblanza del nuevo ministro de seguridad

Por Daniel Filloy*

Una semblanza del nuevo ministro de seguridad

Alejandro Granados ha sido el Intendente Municipal de Ezeiza desde la creación del partido en 1995 y hasta ahora, en que se anunció su designación como nuevo ministro de seguridad.

Si bien actualmente puede decirse que es un político profesional de larga trayectoria al frente de la municipalidad, su origen es el comercio, y durante los primeros años de la democracia Granados demostró un nulo interés en la política. Su padre, Santiago Granados era comerciante gastronómico, con varios emprendimientos en el Aeropuerto de Ezeiza, el Hotel Internacional, el restaurante El Mangrullo, entre otras, todas recibidas por su excelente relación con la Fuerza Aérea, que tradicionalmente manejaba los asuntos del aeropuerto.

Cuando el gobierno militar debió entregar el poder, en 1983, los Granados, padre e hijo, temerosos de perder sus negocios, se vincularon con el naciente poder civil. Así don Alejandro se afilió a la U.C.R. y ocupó el cargo de vicepresidente del Ateneo del Barrio 1. Esta militancia radical sin embargo tuvo muy escaso entusiasmo por parte del futuro intendente justicialista.

Durante esta época, Granados nunca mostró mayor interés en ocupar cargo alguno, sino que se dedicaba fundamentalmente al comercio. Quedó a cargo de los negocios heredados de su padre, Santiago, y era por entonces socio del inefable Alberto Samid como matarife en el frigorífico de Máximo Paz.

Cuando el gobierno radical empezaba a despedirse, en 1989, un hecho fortuito lo acercó a la política y al justicialismo. Lorenzo Miguel, que tenía una quinta en Ezeiza y trabajaba en la campaña interna de Carlos Menem, le encargó a Granados preparar la eventual reunión para festejar el triunfo sobre Antonio Cafiero, triunfo que parecía muy difícil en los cálculos previos. Sin embargo, Menem ganó contra todos los pronósticos, y en el festejo que se realizó en El Mangrullo, Granados conoció al futuro presidente Menem, y se mantuvo junto a él durante mucho tiempo. Menem lo nombró en la Junta Nacional de Carnes (recordar su pasado de matarife, socio de Alberto Samid), y luego lo animó a tentar suerte en la política partidaria, intentando ser candidato a intendente de Esteban Echeverría por el justicialismo. Por entonces ya había olvidado totalmente su efímero pasado radical, que nunca fue sincero.

Granados fue derrotado en la interna de 1991 por el intendente Obarrio, y de nuevo en 1993 su lista de concejales, encabezada por su suegro el folklorista Abel Visconti –integrante del dúo Los Visconti- fue derrotada por la lista de Obarrio. En 1995, se dividió el distrito de Esteban Echeverría y se creó el nuevo partido de Ezeiza. Llegó la hora de Granados, que se impuso en la interna del justicialismo, y se convirtió en el primer, y hasta ahora único, intendente de Ezeiza, de la mano de Menem.

La gestión de Granados se caracterizó por lograr el apoyo del gobierno nacional, ya que su amigo Menem derramaba ingentes sumas para obras que lucían todavía más porque a los distritos vecinos no les daba nada. Granados logró así su fama de hacedor. Ezeiza creció en obras y en servicios, y la municipalidad se llenaba de fotos de Menem y Granados. Menem pasaba largos descansos en la casa quinta de Granados, y se cuentan historias de las visitas femeninas que el presidente llevaba a la quinta del alcalde. La gestión de Granados se caracterizó por el derroche y la mala administración. Plantaba y replantaba palmeras traídas del Chaco y de Santiago del Estero, porque quería convertir a Ezeiza en el Miami del sur. Construyó un nuevo y suntuoso edificio municipal. Su burocracia, mientras tanto se enriquecía a los ojos de todos, y se convertían en contratistas de la municipalidad. Granados aumentó enormemente la presión tributaria para los inmuebles y comercios de Ezeiza, al tiempo que autorizaba emprendimientos seriamente cuestionados por problemas ambientales, como un depósito de substancias químicas en Tristán Suárez. Edificó una maternidad en Tristán Suárez, que años más tarde desactivó para remitir todo al Hospital Zonal, y la maternidad ahora es la oficina de tránsito y licencias.

Cuando ganó De la Rúa, Granados desesperó. Ya no tenía amigos en el gobierno para conseguir financiamiento para obras. Buscó la intermediación de los concejales radicales, después de todo él venía de ese palo, pero ese período fue duro para Alejandro.

Es de imaginarse la felicidad del intendente de Ezeiza cuando renunció De la Rúa, no sin alguna ayuda de su parte por el envío de manifestantes para las protestas contra el gobierno nacional, y los saqueos orquestados desde los municipios justicialistas del Gran Buenos Aires, con la complicidad de Ruckauf, y la inacción de la policía.

Con Duhalde en el gobierno nacional, Granados fingió ser duhaldista. Nadie lo creía y tampoco lo creía Duhalde, inopinado “presidente” elegido por el Congreso. Pero todos hacían como si… Fotos de Granados con Chiche y con Duhalde reemplazaron a las antiguas con el riojano.

A la salida apresurada de Duhalde, después de la matanza de Avellaneda, Granados volvió a su viejo amor y apoyó a Menem en la elección de 2003. Ezeiza fue el único distrito del Gran Buenos Aires donde Menem ganó. En todos los demás ganó Kirchner. Cuando Menem desistió de ir a la segunda vuelta, Granados se dio vuelta, se declaró felipista, y de la mano del gobernador llegó al kirchnerismo, donde se destacó por su obsecuencia.

Al lado del nuevo edificio municipal, Granados construyó un centro cultural al que llamó “Amigo Néstor”. Fotos de Granados con Néstor y Cristina decoran las paredes de todos los edificios municipales, y las carteleras callejeras.

En 1995, en la encrucijada del enfrentamiento entre la lista de Cristina Kirchner y la de Chiche Duhalde para el Senado, jugó con la de Cristina, pero armó una lista “muleto” con su hermana Leonor (hoy senadora provincial) que fue con Chiche. Ganó Cristina, pero los concejales de una y otra terminaron en el mismo bloque, el de Alejandro.

Ahora encabeza la lista de concejales del F.P.V. como candidato testimonial, mientras que la lista de Massa la encabeza “Bebe” Mosto, que fue su secretario de gobierno, y cuya esposa es concejal del F.P.V. Además su hermana, la senadora Leonor, pasó del kirchnerismo más duro al massismo, lo que parece una repetición de la vieja treta de jugar a dos puntas y juntar por atrás.

La política de seguridad de Granados, la que lo llevó al ministerio, no es ningún esfuerzo del ingenio humano. Se limita al conocido sistema de las cuadrículas, junto a un centro de monitoreo en el edificio municipal, que permite controlar dónde andan los móviles. Granados creó una sobretasa de seguridad que cobra junto con el A.B.L. y con eso paga el combustible de los móviles, los viáticos, y el sueldo de los retirados que hacen de choferes. La presencia policial es realmente mayor que en otros distritos, y los delitos parecen ser menos, aunque también es cierto que Granados ejerce una fuerte censura de prensa para que en el caso de que ocurran delitos en Ezeiza, no se publiquen o por lo menos no en los medios nacionales. Granados no tiene ningún tipo de estudio ni preparación especial en seguridad, y su nombramiento es la cosa más inopinada y caprichosa que pueda pensarse en la materia.

Granados es un típico caudillo conservador, que usa y abusa de los recursos del Estado. Confunde permanentemente partido y gobierno. Los empleados nombrados por él, que son la gran mayoría, tienen que aportar obligatoriamente para el fondo del partido, que maneja discrecionalmente Granados, están obligados a ser mano de obra gratis en las elecciones, repartir boletas, actuar como fiscales, atender mesas con padrones, etc. Granados usa las cooperativas para sus pintadas, y para tapar las pintadas de los otros. Maneja la barra del club de fútbol Tristán Suárez (juega en la “B” metropolitana), domina la policía, la justicia, el hospital, la Universidad de Ezeiza… Sus hijos y hermanos ocupan puestos ejecutivos en organismos nacionales, como la Administración de la Aviación Civil, la Anses, el Pami, etc. Su esposa es diputada nacional, su hermana senadora provincial, su hijo presidente del club Tristán Suárez.

*Daniel Filloy, vecino y referente del GEN en el distrito de Ezeiza, es Consejero General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.