¡CHARLIE HA MUERTO, QUE VIVA CHARLIE!

¡CHARLIE HA MUERTO, QUE VIVA CHARLIE!
Gerardo Milman
(Por Gerardo Milman. Director por la oposición en AFSCA).

La oleada de repudio libertario que se ha extendido por el mundo entero a raíz del atentado de París, hace muy difícil encontrar palabras originales para contribuir a la repulsa sin que terminen ahogadas en el mar de tinta que ha condenado este insensato baño de sangre.

Sólo pueden intentar contextualizar este hecho los descontextualizados mentales que, en definitiva, propagan el fanatismo. No hay contexto que justifique la muerte violenta de un periodista, un caricaturista, un historietista, un humorista, un actor, un artista o una persona cualquiera. La vida, sagrada para cualquier Dios, debería ser sagrada para cualquier hombre.

El atentado contra el semanario Charlie Hebdo lo ha sido contra la humanidad entera. Nos tiene como víctimas a todos y pone a occidente en el dilema de cómo ampliar la libertad sin que el estado acentúe sus rasgos policíacos hacia límites incompatibles.

Como miles de argentinos asistí a la convocatoria global realizada frente a las puertas de la embajada de Francia el domingo pasado. De camino hacia allí cruzaron por mi mente imágenes y recuerdos desgarradores de atentados, aún impunes, padecidos en nuestro país. Se me ocurrió que en un “contexto” gubernamental tan permeable al autoritarismo, tan a fin al extremismo ideológico y con fronteras que continúan siendo un colador, todos los que iríamos a la sede diplomática podríamos estar en peligro. Mi temor tenía fundamento: puede que donde hubo dos haya tres. ¿Qué hacer frente al miedo? ¿Quedarse en casa? La respuesta llegó rápido: estar presente, sin importar los riesgos, era la única forma de poner de manifiesto que no hay valor más trascendental que el de la propia vida.

Las manifestaciones a lo largo del mundo entero han dado testimonio de la vigencia de los versos de Miguel Hernández “para la libertad, sangro, lucho y pervivo”.

Conmovedora ha sido la muestra de solidaridad mundial que este hecho ha desatado. Saludable ha sido la reacción de quienes elevaban lápices y pancartas al cielo para acallar la sinrazón de las balas. Lamentable ha sido la tibia –y apenas– formal reacción del gobierno nacional frente a estos sucesos.

Quienes creemos en los principios democráticos de la libertad, igualdad y fraternidad sentimos que, desde la oscuridad, nos han dado una estocada.

El desafío, ayer como hoy, sigue siendo más que nunca el de profundizar los tres valores que tanto admiramos con hechos más que con palabras. El fanatismo, el terrorismo y, en definitiva, cualquier forma de extremismo, son nocivos para la convivencia en paz y la construcción de una sociedad más tolerante, solidaria e integrada.

En materia de libertad de expresión habrá quien podrá pensar que Charlie ha muerto.

Pero nadie podrá acallar su voz. ¡Que viva Charlie!

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