Nuestra comunidad ha padecido la pérdida de varias empresas en distintas épocas al compás de recurrentes contextos de crisis económicas o manejos empresariales irregulares, pero jamás había sido el Estado el que se comportara como el empresario más irresponsable y cruel. ¿Quién podía imaginar que desde donde más responsabilidad social y compromiso se debe asumir se iba a consumar el cierre de FANAZUL?. Además de historia, tenía presente y futuro si se actuaba con sensibilidad e inteligencia para promover una fábrica moderna y sustentable, demostrándonos que el Estado también puede ser eficiente ocupando su rol en áreas estratégicas. Los azuleños hemos sido testigos de etapas de pleno desarrollo de la fábrica y de otras de zozobra, cuando durante el gobierno de Carlos Menem se la declaró sujeta a liquidación y finalmente la lucha de los trabajadores, con el acompañamiento de la comunidad, en el marco del debilitamiento del poder político del gobierno evitó que se cerrara. Luego de los breves interregnos de De la Rua y Duhalde, sobrevino durante el Kirchnerismo una importante ampliación de la planta de personal, de manera irresponsable sin un programa consistente de desarrollo; argumento que intentan tomar como falacia justificativa los brutales ejecutores del cierre y desmantelamiento. Una vez más la irracionalidad pendular que caracteriza las erráticas políticas que promueve el Estado argentino, y que muchas veces por reacción u omisión logra la adhesión ciudadana, impidió que se avanzara en un plan de recuperación de la solidez y eventualmente de reconversión de la empresa, para asegurar su cometido productivo y el sostenimiento de la fuente de trabajo. ¿Quién humanamente puede pensar que la solución a los problemas de una empresa del Estado puede ser el cierre y la expulsión a la calle de sus trabajadores, en un contexto social de falta de generación de empleo alternativo? ¿Quién puede obviar la afectación en el proyecto de vida de esas 220 personas y sus respectivas familias, sometidas además a múltiples manoseos en estos seis meses? ¿Quién puede soslayar el impacto de la falta de ingresos que la empresa proveía al circuito económico de la comunidad, que se ha estimado en $ 11.000.000 mensuales? ¿Cómo es posible que funcionarios nacionales del más alto nivel, cínicamente nieguen en campaña esta tremenda decisión, que no cabe dudas ya estaba en curso? ¿Cómo es posible que el Intendente Municipal, aunque alineado partidariamente con el gobierno nacional, claudique eludiendo su responsabilidad prioritaria de ponerse al frente del conflicto, de manera oportuna, para frenar junto a la comunidad semejante despojo?.
Es hora también de interpelarnos como comunidad, ¿consideramos con resignación que Fanazul es un caso cerrado, que ya nada se puede hacer?, ¿ que alcanza con el subsidio provincial, que de alguna manera los muchachos se las arreglarán y conseguirán otro trabajo, olvidándonos de los miles de azuleños que también buscan su oportunidad laboral?, ¿que ya cumplimos acompañándolos en las marchas o comprándoles alguna rifa?.
O asumimos que estamos frente a un desafío crucial y en lugar de debatir sobre cuándo se cansarán los muchachos y abandonarán el acampe en el veredón municipal, nos hacemos cargo que todos estamos afectados y que está en juego en realidad la dignidad de nuestra comunidad que debe interpretar esa presencia, como la invocación permanente a la memoria y a la responsabilidad colectiva. Es hora entonces de aunar esfuerzos y trabajar juntos para sacarnos esta espina, que estoy seguro nos duele de alguna manera a todos, y podamos recuperar para Fanazul, con creatividad, un destino productivo e inclusivo.
Omar Arnaldo Duclós
Ex Intendente Municipal de Azul
Miembro de la Mesa Ejecutiva Nacional del GEN